Conan La leyenda Nº 16 de Kurt Busiek, Cary Nord y Dave Stewart

portada.jpgConan La leyenda se está convirtiendo en un clásico viviente con tan solo 16 números editados por Planeta DeAgostini. Ahora mismo es la serie del cimmerio en la que guión y dibujo, color y ambiente, rigor y comprensión sobresalen a una.

El último número llegado a nuestras tiendas es el 16, El Horror de la Colina Uskuth, en el que Conan se queda a dormir en unas montañas inhóspitas y malignas (que las gentes del lugar no se atreven a pisar) después de haber sido timado por unas mujerzuelas.

Kurt Busiek hace un guión modélico configurando una historia con (prólogo) principio-nudo-desenlace (coda) totalmente pensado. El personaje de Conan presentado por el guionista es auténtico y visceral, instintivo (la reacción que tiene con un niño es impagable, lo nunca visto…); es un héroe más carnal y más humano, menos mito o tótem. La prosa de leyenda que utiliza Busiek es limpia, bella, precisa en los adjetivos, como tallada como un orfebre. Como crítica negativa podemos comentar que no hay momentos climáticos que tengan una carga emotiva o heroica de altura, sino que la historia transcurre en un encadenado de secuencias sobrias y convencionales.

El prólogo arranca con la caza del ciervo que el Príncipe, lánguido y abúlico en su reino, la imagina como una hazaña en igualdad de condiciones a un hecho heroico de Conan: la comparación es distanciadora y efectiva, acentúa el patetismo heroico del monarca. Visir y Príncipe dirimen una discusión sobre el bárbaro y a continuación el súbdito comienza el nuevo relato del héroe, inspirándose en el cuento oriental (recordemos Las Mil y una Noches). Entre los hallazgos de guión se encuentra ese cruce de caminos en donde se encuentra al niño cargando con leña que resume la existencia del héroe: el camino de la vida en pos del devenir y el azar en la voluntad de la Fortuna. Busiek nos muestra elementos de fantasía (magos y demonios) y de lo gótico ( el túmulo o tumba, huesos y conversación con un muerto) de una manera fácil y sencilla: aquí nada chirría.

El dibujante, Cary Nord, realiza un dibujo más acabado, que nos recuerda a los primeros números de la serie. Nada más verlo, su dibujo enamora: su puesta en escena es deslumbrante y dinámica, fresca y vivísima, con un trazo a la altura de los Buscema, Windsor Smith o Fazzetta. Los paisajes, escenarios y ropajes están tratados con somera exquisitez, con mimo, demostrando que no son dibujos improvisados y que el trabajo no está reñido con el talento. Una muestra de impresionismo y vivacidad en el trazo, lo podemos ver en la viñeta de la taberna con Conan, un tipo y meretrices: las risas, sonrisas y posturas naturales de las figuras están llenas de alma.

 

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El colorista Dave Stewart merece un monumento en esta serie. El trabajo ímprobo y de talento que está realizando a lo largo de estos 16 números es ejemplar: el sentido de la profundidad del color y la luz, la paleta de colores en cada momento climático, de escena, es natural, bella y narrativa. Diría que es un color conceptual: sin el color de Stewart no estaríamos hablando de un Conan a color, es decir, que a partir de esta colección el fan recordará también a Conan en color, no sólo en blanco y negro.

Atención al detalle del Visir en la última viñeta del cómic.

El minino Fritz, mi alter ego Yorkshire josemaria@edlimitada.com