Carta abierta a los que no les gusta el Superman de Brian Azzarello

Hay una actitud irreprimible a la hora de enfrentarse al Superman escrito por Azzarello: la de ponerse en guardia. Esta actitud incómoda e ingrata para el lector tiene, sin embargo, una gran recompensa: descubrir una lectura rica en matices. El gusto de rascar lo que hay detrás de la corteza es el acto de descubrir lo detrás de una cosa, lo que está debajo de la superficie, indagar lo que no está a la vista. Y esto requiere un esfuerzo (Gracián o Feijoo dixit).

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Así, podemos leer el Superman de Azzarello superficialmente, a la ligera, y esto no es malo, sino que es una opción de lectura más, tan válida como cualquiera, pero lo que sí vamos a perder son los matices distintos, la riqueza de sus recursos, lo hondo de sus proposiciones.

Quien lea la superficie, se queda en eso: que no pasa nada, que las situaciones son anodinas, incluso extrañas, sólo nos queda un dibujo deslumbrante con una narración que no me dice casi nada, es decir, que me aburre. Esto es así porque Azzarello ha escrito una historia para un lector más exigente, y esto es intencionado: no es lo mismo leer un cuento de Perrault que el Marco Bruto de Quevedo, ya que cada uno requiere de un tipo de lectura, más morosa o más liviana, más alegre o más profunda. Cada autor escribe para un determinado tipo de lector. El hecho de que YO escriba esto así, está condicionado por el tipo de lector que quiero que me lea y entienda. Utilizo un registro según un contexto, a quien va dirigido el escrito, en definitiva.

Azzarello escribe una historia de Superman honda, existencialista, en rigor, metafísica. Aquí se habla del sentido de la existencia en este mundo, del destino, del amor, del azar y sus consecuencias, de sentimientos trascendentales, universales.

¿Estamos dispuestos a hacer una lectura de esta índole en este momento?

Porque hay momentos y momentos.

Recuerdo, no sin rubor, que una vez me dispuse a leer el Libro de la Vida de Santa Teresa de Jesús, lo dejé a las tres páginas de lectura. No me gustaba este clásico de la Literatura Universal —cumbre del misticismo occidental—, simplemente, porque no me interesaba su temática (claro, esto lo descrubrí después con el tiempo, pero en aquel momento, me pareció una obra peñazo y malísima, una lectura para mentecatos religiosos y mentes obtusas). Ahora es un libro de cabecera.

Repito, ¿estamos dispuestos a hacer una lectura exigente en este momento?

 

[Nota: Por supuesto, el lector avizor y sutil se habrá dado cuenta que esta reflexión sirve para otros autores y otras obras… ¿Por qué, por lo general, NO elegimos al Alan Moore de From Hell y SÍ al del Watchmen? ¿Por qué Los inocentes de Gipi es aparentemente superficial y que no pasa nada? Señores, nivel de exigencia y según el momento. Pero eso no quiere decir que el From Hell o Los inocentes o el Superman de Azzarello sean obras MALAS o ABURRIDAS. No seamos tan categóricos, que la cosa, la vida… tiene matices.

Otra Nota: Otra cosa es que no guste CÓMO escriba o dibuje un tipo, entonces, me callo.]

-Análisis profundo de Lex Luthor: hombre de acero

El minino Fritz, mi alter ego Yorkshire enviame_un_email.gif

Published in: on noviembre 9, 2006 at 11:07 pm  Comments (18)  
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